Marcelo Fabián Sain, ex ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe contó en una reciente columna de opinión en el medio Le Monde Diplomatique su percepción acerca de las políticas públicas en materia de seguridad. Allí, manifestó la necesidad de encarar nuevas experiencias que eliminen la idea de los “políticos-comisarios”.
Según detalló, “Desde los 90, cuando la inseguridad irrumpió como un problema social, la clase política ha establecido un pacto con la policía, por el cual le concede una amplia autonomía a cambio de evitar noticias negativas. Para disimular esta no-gestión, algunos políticos caen en la comisarización: se ponen –literalmente– la gorra”.
Para Sain, “Desgobierno político y delegación policialista son dos caras de una misma moneda, y conforman el ‘sentido común’ de la política argentina. Y esto es así sin distinción de partidos, sectores, ideologías u organizaciones”.
Claramente distanciado de la idea de políticos “policías”, el ex funcionario denunció la existencia de un “pacto” histórico entre las clases dirigentes y los altos rangos de las fuerzas.
A ver quien responde a esta pregunta pic.twitter.com/BixmmldTM6
— Marcelo Fabián Sain (@marcelo_sain) July 3, 2021
“Las decisiones soberanas en materia de seguridad han sido tomadas de manera predominante y de forma autónoma por una institución secundaria y subordinada como la policía, que en general ha funcionado como un andamiaje de vigilancia y coerción institucionalizada con tendencias históricas a desempeñarse como una ‘patrulla perdida’ fuera del escrutinio y el control político y social”, consideró.
El “pacto” y el contraejemplo de Bullrich
Asimismo, no repara en afirmar que estos problemas no se han resuelto por falta de voluntad política. “la seguridad no da votos, solo da problemas. Por lo tanto, para los políticos argentinos, desde entonces, la seguridad pasó a ser una fuente de problemas y no una cantera de utilidades”.
“Así, se fue construyendo una suerte de gobernabilidad pactada de la seguridad a partir de un doble pacto: el pacto político-policial y, en su marco, el pacto policial-criminal”.
“La compulsión por continuar en el camino de aquella defección política ha asumido recientemente un formato novedoso: la comisarización del gobierno de la seguridad. Es decir, la conversión –a veces graciosa– del gobernante en ‘comisario’, en un ‘jefe’ vestido de policía. Militante sin contemplación en el ‘combate’ contra el crimen callejero, plebeyo y rústico –nunca el crimen organizado, de cuello blanco o corporativo–”. Y afirma, “Patricia Bullrich es un ejemplo de ello”.
Por último, Sain rescató los esfuerzos de la gestión Perotti para desarticular esta estructura y construir un nuevo paradigma de seguridad. Mientras que denunció que durante las gestiones anteriores se consolidó una estructura delictiva sin precedentes.
“En los intersticios de este bloque se coló, sin rubor, dinero proveniente del crimen organizado. Y todo esto se mantuvo eficientemente oculto por la prensa. Macerada con pauta y retribuciones que la convirtieron en socia y legitimadora de los asociados del pacto”, detalló.