En el centro de un acalorado debate, Aerolíneas Argentinas vuelve a ser tema de disputa entre quienes defienden su rol estratégico como empresa estatal y quienes la critican por su impacto en las finanzas públicas.
El gobernador bonaerense Axel Kicillof dejó clara su postura al declarar: “En Aerolíneas no hay déficit. Si el Gobierno quiere vendérsela a una empresa extranjera, la provincia de Buenos Aires no lo va a permitir. Si intentan privatizar Aerolíneas, trabajaremos junto a las trabajadoras y trabajadores para evitarlo”.
Este posicionamiento refuerza la visión del oficialismo de que la aerolínea de bandera es un patrimonio estratégico que debe permanecer bajo control estatal.
La defensa de Kicillof se sustenta en tres pilares clave:
- Conectividad estratégica: Aerolíneas Argentinas es la única línea que conecta 21 destinos dentro del país, garantizando vuelos a zonas poco rentables para operadores privados pero vitales para la integración territorial.
- Impacto económico positivo: Según datos recientes, la empresa genera un impacto de 2.665 millones de dólares en turismo y producción, funcionando como un motor indirecto para otras industrias clave.
- Generación de empleo: La aerolínea contribuye a sostener 80.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos, posicionándola como un actor fundamental en la economía nacional.
Frente a esto, informes críticos, como el de la Fundación Libertad y Progreso, señalan que Aerolíneas demandó más de 7.000 millones de dólares en subsidios desde 2008, cuestionando su eficiencia y viabilidad sin aportes estatales. En contraste, Kicillof insiste en que los beneficios superan ampliamente los costos y que privatizarla significaría un retroceso para el desarrollo del país.
Sin embargo, esta defensa contrasta con el análisis presentado por un reciente informe de la Fundación de Estudios para el Desarrollo (FUNDAR). El documento titulado “Qué hacer con Aerolíneas Argentinas” plantea interrogantes sobre la eficiencia operativa, el costo fiscal y los beneficios reales de mantener a la empresa en la órbita estatal.
El enfoque de Provincia
Kicillof, exministro de Economía y defensor de la intervención estatal en sectores estratégicos, destacó los logros de Aerolíneas desde su reestatización en 2008. Según el gobernador, la aerolínea no solo conecta regiones del país que el sector privado no considera rentables, sino que también impulsa el turismo y el desarrollo económico. En línea con su discurso, argumentó que privatizar la empresa sería un retroceso que pondría en riesgo estos beneficios.
Desde el gobierno nacional, la narrativa suele apuntar a la soberanía y la inclusión. Aerolíneas no solo conecta grandes ciudades, sino también localidades más pequeñas, y garantiza vuelos a destinos poco rentables para operadores privados. Según datos oficiales, más de 40 rutas internas operan sin pasar por Buenos Aires, un logro que el gobierno atribuye a la gestión estatal.
El contrapunto del informe de FUNDAR
El informe de FUNDAR pone en duda la sostenibilidad y eficiencia de este modelo. Según el análisis, Aerolíneas Argentinas representó un costo fiscal de aproximadamente USD 500 millones anuales en la última década. Si bien reconoce el rol social de la empresa, plantea que estos recursos podrían destinarse a otras áreas críticas como salud, educación o infraestructura.
El documento sugiere evaluar opciones intermedias entre la privatización total y el modelo actual, como asociaciones público-privadas (PPP) o una regulación más estricta que mejore la eficiencia sin sacrificar el rol estratégico de la aerolínea. Además, cuestiona si el servicio ofrecido realmente beneficia a toda la población o si está concentrado en un segmento de usuarios con mayor poder adquisitivo.
Estado versus mercado: ¿una falsa dicotomía?
La discusión sobre Aerolíneas Argentinas refleja una tensión más amplia en la política económica argentina: el dilema entre un Estado fuerte y la participación del mercado. Para Kicillof, la privatización de la aerolínea simboliza la entrega del patrimonio nacional al capital extranjero, mientras que para FUNDAR, el modelo actual podría estar perpetuando ineficiencias y desigualdades.
En el fondo, ambos enfoques coinciden en que Aerolíneas tiene un rol estratégico, pero difieren en cómo debería cumplirse. La pregunta central no parece ser si la empresa debe ser estatal o privada, sino cómo garantizar que cumpla su función social de manera eficiente y sostenible.
El debate que viene
El futuro de Aerolíneas Argentinas parece estar en una encrucijada donde el debate entre ideología, eficiencia económica y soberanía sigue marcando la agenda pública.
A medida que el país se encamina hacia un nuevo ciclo electoral, el futuro de Aerolíneas Argentinas promete ser un tema recurrente en la agenda pública. Mientras tanto, la discusión debería centrarse no solo en la ideología, sino también en los datos, la eficiencia y los beneficios reales para la sociedad.
En última instancia, el desafío es equilibrar el rol del Estado con la búsqueda de sostenibilidad económica. ¿Es posible mantener Aerolíneas como un símbolo de soberanía sin que esto represente una carga excesiva para las arcas públicas?