A poco de haber comenzado el debate en el Congreso Nacional sobre la nueva fórmula de actualización jubilatoria que remplazará la sancionada por el macrismo en 2017 y que comenzara a regir desde marzo de 2018, continúan las opiniones sobre cuál beneficia más a los jubilados.
La fórmula de movilidad social presentada por la ANSES es prácticamente la misma que rigió para las actualizaciones de las prestaciones entre diciembre de 2008 y agosto de 2017 sancionada durante el gobierno kirchnerista. Se trata de un binomio integrado en partes iguales por la evolución de los salarios (RIPTE e INDEC, con las modificaciones propuestas en el Senado) y la recaudación del organismo de seguridad social. En cambio, la formula macrista ajusta los haberes por la inflación, con un pequeño componente adicional para tratar de lograr un incremento en términos reales.
Inmediatamente después de conocerse la nueva propuesta, dirigentes de la oposición y periodistas especializados comenzaron a atacar el nuevo esquema de movilidad, signándolo de que se había consumado un ajuste, cuya intención era recortar los ingresos de jubilados y pensionados. Se argumentó que el gobierno necesitaba achicar el déficit fiscal, dar señales de austeridad al mercado ante la disparada del dólar paralelo y la proximidad de la negociación con el FMI por los 47.000 millones de dólares prestados al gobierno macrista que, dicho sea de paso, se utilizaron para dolarizar y fugar ganancias de grandes fondos y empresas.
La postura opositora se centra en que en estos meses que corren, con la movilidad macrista el incremento de los haberes hubiese sido mayor. Dicho análisis no reviste sustento y se trata solamente de un artilugio discursivo que se agarra de un hecho de corto plazo para generalizar una situación que tendrá impacto por años en la vida de las personas. Como la fórmula de Cambiemos ajustaba los haberes por la inflación y particularmente atravesamos un período de fuerte suba de precios, se intenta dejar bien parado un esquema que en dos años le redujo a los jubilados casi el 20% de su poder adquisitivo, considerando que cuando hicieron el traspaso de fórmula, se les quitó un trimestre de actualización.
El problema del ajuste desfasado es orgánico a la fórmula macrista y cuando la inflación se acelera, los jubilados recién unos meses después comienzan a ver sus mejoras. Por eso, en el largo plazo dicha fórmula tiene una limitación estructural. No tiene en cuenta la necesidad de los jubilados de menores ingresos de hacer crecer sus haberes más que el promedio, para achicar las brechas de recursos que se observan en la sociedad en general y en el tercer sector en particular. La nueva propuesta de la ANSES, por el contrario, permite a los jubilados ser partícipes del crecimiento económico. Cuando la economía crece la recaudación impositiva y los salarios tienden a crecer por arriba, más aun en un gobierno que tiene por objetivo el crecimiento económico con inclusión social.
Claramente en ese punto entra en juego el modelo económico imperante. Si se analiza la evolución del salario y la recaudación, durante los gobiernos de perfiles neoclásicos es una constante ver la caída de los ingresos reales de la población activa. En cambio, durante los gobiernos de perfil productivista, los salarios reales suben.
Se espera que dicha situación comience a darse cuando el gobierno resuelva los desequilibrios del sector externo y los daños al aparato productivo que dejó el macrismo, además que el país pueda a comenzar a dejar a tras los efectos de la pandemia mundial. Si no se hubiese hecho la nueva propuesta, los jubilados no hubieran podido participar junto al resto de la población de ese período de crecimiento económico que se espera, porque sus ingresos solo crecerían a la par de la inflación.
Signada de ajuste, la nueva fórmula es juzgada sin tener en cuenta que el país se está recomponiendo de la herencia que dejó el gobierno de Cambiemos y de una pandemia que afectó a la economía global. Solo por estas circunstancias coyunturales, el aumento por suba de precios hubiera sido mayor. Las expectativas están puestas en que el salario real y la recaudación se recuperen de ahora en más. La fórmula actual corre con ventaja, porque cuatro años de neoliberalismo y uno de pandemia dejaron los salarios por el piso. A partir de ahora se espera que sea todo crecimiento y los jubilados puedan participar de ello. Algunos datos nos permitirán ver que esto tiene sustento.
Como señalamos, en solo dos años, el poder adquisitivo de las jubilaciones cayó un 19,5% con la movilidad macrista. En cambio, entre 2008 y 2017 aumentaron un 25,8%. A su vez, la fórmula vigente durante el kirchnerismo no tuvo litigiosidad. En más de 10 años no tuvo juicios en contra.
Por otra parte, el comportamiento procíclico de la fórmula actual, funciona también como un amortiguador de las arcas públicas, otorgando sustentabilidad en el largo plazo. La fórmula de Cambiemos hace que el Estado tenga que desenvolver más recursos en períodos de crisis, porque no plantea ninguna correlación entre la movilidad y los recursos disponibles de la ANSES. La nueva fórmula permite que ante una coyuntura adversa, el Estado tenga mayores grados de libertad para sustentar el presupuesto, sin olvidarnos que cualquier diferencia real, considerando el contexto, puede ser cubierta a través de un decreto del ejecutivo o propuesta del legislativo.
Al no ser sustentable la formula macrista puede comprometer el crecimiento de largo plazo. De hecho la ANSES tuvo un déficit en cuatro años de más de 190 mil millones de pesos. La sustentabilidad no es un argumento menor. En última instancia las jubilaciones dependen del crecimiento generalizado de la economía.
Por último, la nueva fórmula tampoco es que no considera la inflación. No lo hace en forma directa, pero la recaudación y los salarios tienen una fuerte correlación con la evolución de los precios.
El gobierno este último año ha garantizado aumentos de sumas fijas que permitieron que más del 70% de los jubilados le ganaran a la inflación, en una política de justicia social, ya que son las personas los de menores ingresos, quienes más necesitan la ayuda del Estado, donde se pone el foco. A esto se debe sumar otro conjunto de medidas para paliar la situación heredada por el macrismo, como son la postergación del pago y el congelamiento de las cuotas de los créditos de la ANSES, la baja de las tasas de interés de esos préstamos y la vuelta de los medicamentos gratis por parte del PAMI. Esto demuestra que el gobierno tiene otras herramientas para mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad.
Así, centrar el análisis en la coyuntura que durante unos meses la inflación superó a los salarios es errado. El año próximo se espera que las variables reales se recuperen y los jubilados comiencen a lograr una mejora absoluta y relativa de sus ingresos. A partir de ahora tenemos que esperar un ciclo de crecimiento sostenido que, como sucediera otrora, recomponga el ingreso de los jubilados, pensionados y de todos los actores sociales cuyas prestaciones dependen de dicha variable.
Federico Cagnani
Economista UBA. Docente UNaB y UNDAV. Miembro del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV.