OpiniónPortadaGRIETAS DEL MUNDO DE HOY: ENTRE LA CANCELACIÓN Y LA INTOLERANCIA

Redes Sociales
Silvina Morelliabril 11, 20229 min

Habitar las plataformas sociales de internet es ingresar en un mundo de conversaciones e intentos de conversaciones. Algunos intercambios son amenos, aunque últimamente, es moneda corriente encontrar discusiones, peleas, agravios, insultos y hasta la llamada cancelación -ese fenómeno que se da cuando un grupo considerable de personas, en las redes sociales, quita el apoyo a alguien de manera pública, sea porque dijo o hizo algo incorrecto o porque lo consideran así desde su posición, con sus propios filtros de mirar la realidad-.
Grietas y más grietas. Chocolate blanco o chocolate negro. “Team” verano o “team” invierno. Mate amargo o mate dulce. Peronista o kirchnerista. Macrista o Larretista. Moderado, tibio o intenso. Derecha o izquierda. Presidente o Vice. Birra o vino tinto. River o Boca. Y así, es posible leer a usuarios de redes sociales tomar posiciones casi fanáticas sobre cualquier idea o noticia que lleve a una discusión -leyendo solo el titular porque está claro que la gente está infoxicada y en su necesidad de opinar de todo muchas veces discute sobre cosas que no conoce-. Lo cierto es que no encuentro muchos debates de ideas en donde se legitime al otro. Más bien leo enfrentamientos que demuestran la gran necesidad que existe de tachar el trabajo del otro, de tachar el discurso del otro, en definitiva, la voluntad de tachar a ese otro, de invalidarlo, invisibilizarlo, de enmudecerlo.

Ejemplos hay a montones. Los hay autóctonos y los hay foráneos. Recordemos entonces, sólo algunos de los que habitaron en la agenda pública argentina de los últimos años (los invito a googlear si no recuerdan de qué hablo): El ensañamiento en contra de la finalista de Bake Off; las agresiones que sistemáticamente recibe la legisladora Ofelia Fernández; los comentarios miserables sobre la despedida del Congreso Nacional de Esteban Bullrich; la derogación de la creación de una subsecretaría nacional para atender consecuencias de la pandemia de coronavirus tras las críticas de un sector del oficialismo; los escraches a políticos por sacarse fotos con personalidades que no aprueban; o las críticas a la película Granizo -una de las más comentadas y vistas en los últimos tiempos en Netflix- por parte de decenas de personas que ni siquiera vieron el filme.

Dejando de lado cuestiones que entrarían en la categoría “cancelables” -el discurso del odio, la pedofilia, la violencia de género y el racismo, entre otras- porque aunque las hay, no me refiero a ellas en esta nota, creo que lo que ocurre en la actualidad tiene varios ejes de análisis. Y de ellos, me interesa resaltar sólo dos. Por un lado, la intolerancia hacia el que piensa distinto, a quien ven como alguien peligroso y por ende, cancelable. Por otro lado, la necesidad de la gente de pronunciarse por todo, emitiendo relatos que confunden afirmaciones con juicios. Y acá está el quid de la cuestión: lo que leemos, lo que escuchamos, lo que vemos está tamizado por nuestra historia, por nuestras creencias, por nuestros valores, por nuestra experiencia, por nuestras ideas, por el lugar que ocupamos, etc. Humberto Maturana decía al respecto que todo lo dicho siempre es dicho por alguien. En este sentido, queda claro que no podemos decir cómo son las cosas sino cómo las interpretamos y esto es algo que una gran mayoría, evidentemente no tiene en cuenta -en las redes sociales y en la vida-.

Una escucha opiniones como si fueran la verdad absoluta y atrás vienen otras opiniones que rezan todo lo contrario y que también son presentadas como verdades absolutas. De las discrepancias entre ellas, al insulto hay un comentario de distancia. Pareciera que aspiran a un mundo de pensamiento único criticando en el otro lo mismo que evidencian con sus acciones. La idea de que el lenguaje genera realidad y que somos lo que pensamos, nunca fue más fácil de explicar.
El ecosistema actual -sobre todo en las plataformas sociales- está habitado por personas que ven a los otros como seres que hay que invisibilizar, que hay que dejar sin efecto. Y lo grave es que generalmente, lo hacen en masa -he visto a internautas invitar a otros a cancelar a fulano o a escrachar a mengano y hasta han publicado sus números telefónicos y direcciones-.

Sería muy saludable preguntarnos qué hay detrás de esta necesidad de tachar al que piensa distinto. Porque puede gustarte o no gustarte una película, una idea, una persona, pero esta experiencia personal no convierte a esa película, esa idea o esa persona en algo bueno, en algo malo o en algo que hay que destruir. En todo caso puede ser coherente o no ser coherente con tus ideas, tus creencias o tus pensamientos. Y en este sentido viene bien citar al Hamlet de William Shakespeare: “No hay más bien ni mal que el que el pensamiento construye”.

Silvina Morelli

Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social (UBA) - Docente (UBA y UNDAV) - Autora - Coordina el GIC Comunicación y Oratoria (Sociales/UBA) - Consultora en Coaching Ontológico y PNL - Asesora en Comunicación Estratégica y Política.

Un comentario

  • Celia

    abril 17, 2022 at 11:53 pm

    Excelente Silvina!! Muy de acuerdo!!!

    Responder

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