OpiniónPortadaEl desafío que enfrentan las organizaciones. Una nueva mirada de la comunicación

Silvina Morellioctubre 3, 20209 min

Si los líderes y los jefes pensaban que solo controlando a los trabajadores, garantizarían el cumplimiento de los objetivos organizacionales, la pandemia vino a demostrarles lo que muchos pensábamos desde hacía un tiempo: estaban mirando un mundo laboral obsoleto, un sistema que ponía a las personas en un segundo plano.

Gracias a innumerables investigaciones realizadas en los últimos años, sabemos que los trabajadores creen que las organizaciones -ergo: sus jefes- no los consideran más allá del horario de trabajo, es decir, cuando no producen bienes y/o servicios. En tanto en la decisión de irse o de quedarse en ese puesto laboral, pesa mucho más esta variable de reconocimiento y buen trato del jefe para con ellos, que la del prestigio o la del salario. No parece casual por cierto, que estos trabajadores sean los que mejor se adaptaron a las actuales prácticas laborales como por ejemplo, las novedosas experiencias de trabajo remoto -no porque sean nuevas, sino porque en nuestro país, no eran moneda corriente en la tradicional relación de dependencia y mucho menos en el sistema educativo-.

Durante estos meses de pandemia, el confinamiento -en sus distintas etapas-, las restricciones del transporte público de pasajeros -solo para los esenciales- y el desarrollo de las tecnologías entre otras cosas, pusieron en evidencia una redefinición forzada, tanto de los espacios y las formas de trabajo como de los estilos de comunicación organizacional, resultando en muchos casos, más eficientes y efectivos que en tiempos anteriores.

Si bien las nuevas prácticas laborales fueron adoptadas por las organizaciones porque “no quedó otra”, creo que lo adaptativo en estos tiempos tiene que ver con cuestiones que ya venían gestándose: sea por experiencias exitosas de home office, por la informalidad laboral -que no comparto, desde ya-, por la modalidad free lance y sobre todo, por la adopción de nuevas formas de comunicación y de gestión que sin el desarrollo de entornos virtuales e internet, no hubieran sido posibles.

Creo que por fin, queda en evidencia la necesidad de pensar la comunicación de manera integral, atendiendo a un ecosistema que podríamos pensar -solo a fines conceptuales- con un foco “externo” (clientes, usuarios, ciudadanos, electores, etc.) y un foco “interno” (trabajadores y jefes). Lo cierto es que el mundo organizacional pide a gritos transformaciones en todos los niveles pero aún más, en las formas de trabajo y en las estrategias.

Cualquier proceso de transformación cultural en el mundo organizacional tendría que reconocer la flexibilidad y la adaptación como elementos necesarios, puesto que además, vivimos en tiempos que Zygmunt Bauman caracterizó  como “modernidad líquida” y que a mi criterio, es el escenario movedizo, escurridizo, efímero y virtual, en el que transcurren las relaciones sociales y laborales.

Nuestro entorno es el VICA. Es “volátil”, con cambios constantes y rápidos. Reina en él la “incertidumbre”: es poco previsible y disruptivo. Comporta una “complejidad” tan grande que dificulta el control de lo que nos rodea. No dá garantías ya que es el reino de la “ambigüedad”, en el que no todo es tan obvio.

Cómo nos adaptaremos a este entorno dependerá de cómo comprendamos el desafío que significa asumir la necesidad de cambio organizacional. Si bien como ya dije, veíamos algunas tímidas formas de trabajo no tradicionales, innovadoras y creativas, la pandemia modificó el panorama laboral y a partir de ahora, tendremos que pensar un futuro que incluya renovados estilos de comunicación, liderazgos más flexibles y menos autoritarios y formas de trabajo con un estilo colaborativo, flexible, ágil y que empodere a los trabajadores.

Seguir pensando a las organizaciones como un organigrama -con áreas y cargos a los que se asignan roles y funciones que ejecutan acciones con distinto grado de responsabilidad- enunciado en un papel o en un archivo digital, significa no tener demasiado claro el contexto en el que vivimos. El mapa no es el territorio.

Parafraseando a Humberto Maturana, entiendo que una organización es el resultado de las conversaciones que se dan entre las personas que forman parte de ella. Si entendemos además que el 80% de la capacidad productiva de tal organización descansa en los intercambios conversacionales que se dan en su interior, entonces confirmemos que el desafío es comunicacional.

Claro que no hay una fórmula para aplicar en todos los casos, aunque a los expertos en comunicación nos cabe la responsabilidad de facilitarles la tarea. Desde mi punto de vista, una clave sería encontrar la coherencia entre los propósitos que definen la razón de ser de una organización, el aspiracional colectivo y las estrategias que optimicen formas de trabajo más humanas, colaborativas, creativas, ecológicas y en sintonía con los tiempos que corren.

Qué pasará en la pospandemia, no lo sabemos -el mundo VICA es así-. Sin embargo es posible sospechar que en el ámbito de las relaciones laborales, nada volverá a ser como antes.

Silvina Morelli

Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social (UBA) - Docente (UBA y UNDAV) - Autora - Coordina el GIC Comunicación y Oratoria (Sociales/UBA) - Consultora en Coaching Ontológico y PNL - Asesora en Comunicación Estratégica y Política.

Un comentario

  • Bruno Sepúlveda

    octubre 3, 2020 at 3:11 pm

    Cómo siempre un placer leerte Silvina, saludos desde Plottier, provincia de Neuquén..

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